
Al cerrar la puerta
Al cerrar la puerta Al cerrar la puerta, que no quede eco alguno…
Ni de promesas ni de papeles que el viento hizo ceniza.
Cuando llegue esa persona, deja que sea abrigo, no invierno que se queda hondo y frío.
No te pelees, no sobrepongas tu ego, No des pétalos de narcisos.
No le pintes espejismos en charcos de llanto, ni guardes puñales en susurros en sus labios. No hagas de sus manos tu puente de juegos, ni de tu trabajo su condonación…
Mucho menos conviertas sus sueños en caminos ajenos.
Déjalo ser océano sin piedras en el fondo, sin ataduras de expectativa a tu belleza, déjalo ser alguien, como yo fui un alguien, no un narciso, no una flor con espinas, que él querrá ser puerto, y náufrago, en las aguas de un reflejo que nunca existió.
Al cerrar la puerta, cierra también tus fantasmas, aquellos que cruzaron mi piel como cuchillos, esos que existieron vigilándote y aprende a amar sin sombras y sin gritos, y sin muertos emergiendo en la piel para que el amor no sea más, para que el acompañamiento no sea de dos un arma que nunca tuvo filo, un arma que nunca se dejó entrever.
Un devenir de la poesía misma, un devenir de una relación que laceró Al cerrar la puerta, trataré de evitar el rechinido, Al cerrar la puerta trataré de dejar a Samantha dentro del hogar, fuera de mí, dentro de ti…
Porque al cerrar la puerta, quien tuvo ternura por él fuiste tú a través de ella. Al cerrar la puerta no diré nada, solo quedarán los buenos momentos, los buenos murmullos los acompañamientos. Al cerrar la puerta ningún eco quedará, ninguna ceniza ningún dolor.
- Fernando Cabral J.